ALVARO VARGAS LLOSA: Había
una vez en la que al resto de América Latina casi no le importaba quién
gobernara Chile y por tanto quién ganara sus elecciones presidenciales. La
curiosidad que despertaban sus comicios era anecdótica, estadística o vagamente
sentimental (dependiendo de dónde estuviera uno situado en el espectro
ideológico) pero carecía de esa cualidad existencial que tienen las elecciones
en otros países de la región, donde siempre parece estar en juego absolutamente
todo. Chile había elegido su rumbo y nadie cuestionaba lo esencial. Leer
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