María Anastasia O´Grady.
Cuando me agaché para tomar en brazos a la niña de 1 año de pantalones rosados, calcetines morados y sudadera desgastada, esperaba que empezara a llorar. Es lo que habitualmente hacen los niños cuando un desconocido se les acerca más de la cuenta. Pero en lugar de llorar, sólo me miró y pestañeó. LEER TODO
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